A los pobres no se nos debe temer, tampoco romantizar, y mucho menos odiar.
Los pobres amamos.
Amamos lo simple.
Amamos a la familia, a pesar de las miserias.
Apostamos al progreso, a pesar de nuestro contexto...
Creemos en los cuentos, en los príncipes y las princesas.
Lo somos: buenos... y sí, también malos.
Los que cayeron vencidos ante sus carencias y no encontraron un alguien.
Los que perdieron la fe.
Los resentidos.
No se nos debe odiar, ni debemos odiarnos entre nosotros.
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